martes, 5 de octubre de 2021

Dos sueños, pero una vida

 

Dos sueños, pero una vida

Hoy me toca a mí contarles esta historia. La historia de Marcos Saglietti, un joven a quien la vida lo bendijo con 2 talentos. Pero vamos de a poco. Marcos era un futbolista amateur de 17 años, que vivía con sus padres en un barrio humilde de Moreno. Desde los 6 años jugaba en el Kadima Futbol Club, el más popular de la zona. Marcos era un verdadero mago con la pelota, enganche zurdo pero gran pegada con ambas piernas, gambeta, pase entre líneas, desborde, por momentos parecía que nadie podía sacarle la pelota cuando la tenía controlada. El, era verdaderamente lo que se conocía como un “distinto”.

El amor de Marcos por el deporte, especialmente el futbol, nació gracias a su padre y a sus hermanos, quienes le inculcaron la pasión por el esférico. El padre de Marcos siempre quiso ser futbolista, pero una lesión en las divisiones inferiores lo obligó a retirarse de manera temprana y olvidarse para siempre de sus sueños. Los hermanos de Marcos eran ambos futbolistas: su hermano mayor, Diego, era arquero suplente en el Farense, de la segunda división de Portugal, mientras que su hermano del medio, Lionel, se desempeñaba como wing derecho en el Guastatoya de la liga nacional de Guatemala. Marcos sabía que su padre había puesto casi todas sus expectativas en él, por eso defraudarlo era lo último que quería.

Algo que no les conté es que Marquitos (como le decían en Kadima) era el ídolo de todo el club, amado por todos sus compañeros de equipo, entrenadores, preparadores físicos, utileros y hasta los que atendían el buffet. Cientos de personas se acercaban a ver los partidos de futbol de Kadima varias veces, solo para ver a Marcos, el orgullo del club y me animaría a decir hasta de Moreno. Y a él le encantaba dicho amor. Tenía un verdadero don para las imitaciones y amaba hacer reír a sus compañeros. Siempre después del entrenamiento, lloraban de la risa cuando imitaba a los técnicos o de forma burlona, algún movimiento de sus compañeros.

Todo el mundo amaba a Marcos, excepto una persona, Julián Pérez, eterno suplente de Marcos desde las preinfantiles. Con suerte jugaba 5 minutos por partido y se cansó de comer banco. Julián se cansaba de repetir que era mejor que Marcos y no entendía cómo él era el titular. Sus compañeros, al escuchar estas tonterías (que realmente lo eran) se mataban de la risa. Cosa que Julián, detestaba, al igual que a Marcos.

Hasta que un día, la vida de Marcos estaría a punto de cambiar. Todo empezó en la última fecha del campeonato regional. Kadima necesitaba de una victoria para ingresar a los playoffs. Los de Moreno se impusieron por 3 a 0 con dos goles de Marcos (uno de ellos de tiro libre al ángulo) y una asistencia. El club accedía por primera vez a los playoffs de la mano de su estrella. Para celebrar el pase a instancias finales, el equipo decidió ir al bar que quedaba a 4 cuadras. Un bar que era sagrado para el equipo y donde todos los viernes y sábados presentaban un espectáculo de stand up. Todos fueron, a excepción de Julián, quien prefirió quedarse en el club a practicar tiros libres.

Una vez en el bar, a pocos minutos de que empiece el show, el dueño tomó el micrófono y comento que lamentablemente el show quedaba cancelado porque el anfitrión se había enfermado, la gente comenzó a ponerse nerviosa cuando de repente salto Federico Capaldi, el 3 del equipo, al grito de “QUE SUBA MARCOOOOOS”. Todo el equipo arengó aquel grito de guerra, Marcos no quería saber nada, una cosa era en clima de vestuario y otra muy distinta hacerlo en un escenario frente al público. Tuvo que convencerlo el dueño del bar ofreciéndole una consumición gratis a todo el equipo. Marcos accedió y todo el equipo festejo, golpeando las mesas idéntico al grito de un gol. Se lo veía un poco nervioso al principio, así que, para romper un poco el hielo, conto un par de chistes con voz tímida. La gente nada, a lo sumo alguna sonrisita cómplice y por lastima. Marcos comenzó a sudar hasta que uno de su mesa grito “IMITALO A CHARLIE” acompañado de un “siiiiiiiiiiiiiiii” de todo el equipo. Charlie, era el conserje de Kadima, trabajaba en el club hace mas de 40 años y se dedicaba a tareas de limpieza en el club y a criticar adolescentes, y sus modas ridículas a comparación de su época. Sabía que la imitación de Charlie era su as de espada, no hay persona en la faz de la tierra que no se tiente con esa imitación. Tomó impulso, se encorvó casi por completo, puso voz de anciano y empezó: “Estos chicos de ahora son unos delicados, antes jugábamos hasta que nos sangraran los tobillos, ahora al mínimo rasponcito se ponen kilos de crema”. El bar estalló de la risa. Y así fue todo el show, que duró casi hora y media. Al finalizar, la gente se levantó de sus asientos para aplaudir a Marcos. Se le infló el pecho por completo. Sintió una emoción que jamás antes había sentido, ni siquiera cuando metió el penal definitivo para darle el título de séptima división a Kadima.

La actuación de Marcos fue notable, el dueño del bar le confesó que jamás en sus 20 años atendiendo el bar escucho semejantes risas, ni siquiera algo parecido. Obviamente cumplió con su promesa de la cena gratis a todo el equipo y a Marcos una pequeña gran recompensa en efectivo por salvarle la noche. Marcos dijo que para él fue un placer y que volvería con muchísimo gusto si es que nuevamente ocurría algún imprevisto. El dueño del bar le agradeció una vez más, sin antes despedirlo con un abrazo interminable de gratitud. A la mañana siguiente, el teléfono no paro de sonarle a Marcos, no entendía absolutamente nada cuando en unos de los mensajes habían mandado un link. Lo abrió y no podía creer lo que veía. El dueño del bar, como con todos los shows, subió el video al canal de YouTube del establecimiento. Llevaba solo un par de horas subido y ya contaba con mas de 100.000 visitas. Con todos comentarios de gente que no podía parar de verlo y hasta que se descostillaba de la risa. A Marcos se le escapó más de un lagrimón de felicidad.

Bajó corriendo de su cuarto directamente a la cocina, a enseñárselo a sus padres. Faltando un escalón, se quedó quieto y pensó en frío en que su padre no estaría para nada de acuerdo con esto. Diría que es una distracción, que bajaría el nivel, que mejor se dedicara sólo al futbol. Debía mantener esto como un secreto. Cosa que era fácil ya que su padre no era un tipo de redes sociales. Volvía de trabajar y en su tiempo libre no hacia otra cosa que ver fútbol y programas deportivos.

Mañana comenzaban los playoffs así que Marcos tenia que estar metido 100% en eso. Desayunó rápido y no le dio tiempo de saludar a su madre, que se fue corriendo al club. Una vez allí ni bien apoyó su carné en el molinete, lo estaba esperando el conserje Charlie, con cara de pocos amigos. Marcos no se asustó porque esa era su cara normal, se le acerco y le dijo: “vi tu video”. Le puso una mano en su hombro y le dijo “so un fenómeno Marquito vo so cra” y le sonrió. Primera vez que lo veía así. Y otra vez lo mismo. Esa sensación de felicidad que jamás había sentido hasta la noche del bar.

Ni bien finalizó el entrenamiento, Marcos recibió el llamado de un numero desconocido. Era Sergio, el dueño del bar, le agradeció por trillonésima vez lo de anoche y le dijo que apenas pudiera viniera para el bar que le tenía una sorpresa. Tomo sus cosas en el vestuario, se cambió a las apuradas y fue directo al bar. Cuando llegó ahí, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Un cartel en el techo del bar con su foto y la leyenda “Marcos Saglietti hizo su primer show de stand up en este bar”. “-Que te parece?” le preguntó Sergio. Marcos se quedo mudo. Ese cartel lo dejo completamente en offside. Sergio le confesó que las reservas estaban por los cielos esperando otro show. El video de YouTube estaba rozando las 500.000 reproducciones y gente de todos lados, no sólo de Moreno, querían presenciar su show. Marcos aceptaba con la condición de que se mantenga en secreto. Por el tema de su padre. Sergio aceptó y una vez estrechada su mano sobre la de Marcos para sellar el trato, publicó en todas las redes del bar el anuncio de su segunda función. Quedaba para el lunes, primera vez que se montaba un show en día de semana, pero Marcos lo pidió así, ya que el domingo tenían las semifinales y quería descansar.

Ya en el domingo, Kadima recibía en su estadio a Peñarol de Merlo. Un rival muy duro en defensa. En la fase regular, Kadima lo venció apenas por 1 a 0 y faltando 10 minutos, (no hace falta decir con gol de quién). Fue el equipo rival que mejor marcaba a Marcos, ya que su contención, constaba de un marcaje personal de 1 contra 1. Marcos estaba nervioso, como en cualquier partido definitorio, pero hizo como siempre su ritual, antes de cada partido importante: desayunó cereales con leche, se peinó el pelo de afuera hacia adentro, ató primero su cordón izquierdo y antes de ingresar dio 3 saltitos cortos. Salió a la cancha y lo primero que vio fue a sus padres en primera fila como todos los partidos. Un partido que pudo haber pasado cualquier cosa, Kadima vencería por 2 a 1 a Peñarol, Marcos no haría goles, pero si nos regalaría un hermoso centro a la cabeza de Mauro Tanda, que como buen 9 corpulento, cabeceó pegado al palo izquierdo para estampar el 2 a 1 final. Por primera vez en la historia del club, la Primera accedía a la final regional. ¿El rival? Los Indios, el otro club de Moreno, ganadores del torneo por 3 años seguidos y eternos rivales de Kadima.

Esta vez, el festejo sería en la casa de Alan Martínez, el arquero, pero para sorpresa de todos, esta vez no faltó sólo Julián, quien se quedó practicando centros, tampoco fue Marcos ya que dijo que tenia que hacer cosas en su casa, esas cosas eran preparar el show de mañana.

En la mañana del lunes, el entrenador de Kadima decidió hacer ejercicios regenerativos, excepto Marcos, a quien le dijo que fuera a la oficina del presidente, que quería hablar con él. Una vez en la oficina, se encontró con él y con un tipo de traje blanco, gafas oscuras, pelo largo, barba y acento español. “-Su nombre es Antonio Reyes”, le comento el presidente. “-Es un cazatalentos del Real Madrid”. Antonio iba a presenciar la final del próximo domingo y le dijo que tiene todo lo que el club blanco quiere de un futbolista. Casi se larga a llorar. Su sueño y el de su padre, estaban a punto de cumplirse. Marcos llegó a su casa y se puso a organizar el espectáculo, olvidándose por completo de la oferta del Real Madrid.

Y llego la noche. Como había dicho Sergio, el bar estaba por primera vez a tope, no cabía un alfiler, incluso gente desde afuera espiaba por las ventanas del bar para poder disfrutar del monólogo del comediante del gol.

Como era de esperarse, el show fue un éxito. Incluso esta vez se animó a romper la cuarta pared, contó anécdotas de partidos, metió chistes, incluso les pidió a los presentes que tiren situaciones para que el representara. Obviamente que las risas no faltaron y Marcos cada vez estaba mas convencido de que amaba esto casi tanto como amaba el fútbol. Mientras tanto, en su casa, sus padres estaban preocupados, era tarde y todavía no había vuelto, su padre, decidió ir a buscar unas pizzas al bar, para que cuando llegue Marcos pueda comer. Para sorpresa del padre, el bar tenia una fila de como una cuadra, preguntó que pasaba y uno en la fila le dijo: “-vinimos a ver al comediante del gol, es el más gracioso del país”. “-Vaya que a la gente le gusta perder el tiempo con esas pavadas” exclamó y se puso en la fila a esperar por su pedido, Cuando entró a retirar las pizzas, se le cayeron al piso de lo que vió: “el comediante del gol” era Marcos, su Marcos, no podía creerlo. Fue como ver a un fantasma, como esos goles que te hacen sobre el final en un 0 a 0 que mereciste ganar. Lo único que hizo fue volver para su casa y esperarlo sentado en el sillón.

Volviendo al show de Marcos, fue un éxito rotundo. Se quedó 20 minutos finalizada la función sacándose fotos con los que se habían acercado y ayudando a Sergio a limpiar todo el desorden que dejó tanta gente. Cuando de repente, un tipo con sombrero, lentes bifocales, suéter verde y corbata de plumas violetas tocó la puerta del bar. “-Perdón, pero estamos cerrando” dijo Sergio. “-No vengo a consumir” le contestó el hombre. Se trataba de Benito Valverde. Representante de la AJAM (Academia de Jóvenes Artistas de Madrid). “-Este chico te anima hasta un velorio, sería un verdadero honor tenerlo en nuestra academia y representarlo, podría hacer obras de teatro y hasta películas”. Le dejó su tarjeta a Marcos y le dijo que no necesitaba una respuesta ya, pero sí que lo pensara bien. Marcos le agradeció y le dijo que cualquier cosa se comunicaba con él. Para ese momento, la única certeza de Marquitos era que su vida tenía de destino Madrid. Sólo le faltaba definir el “para que”.

Una vez en su casa, ya eran más de las 12. Entró en silencio para no hacer ruido. Vió a su padre sentado en el sillón con cara de enojado. “-Se puede saber dónde estabas? ¡Es tardísimo!”. Marcos le dijo lo primero que se le ocurrió “-En la casa de Alan, se nos pasó un poco el horario”. El padre se refregó los ojos, respiro profundo y lo único que le salió decir fue un “ok, pero nos tenias preocupados”. Antes de subir, Marcos le dio la gran noticia del día a su padre (bueno, una de ellas) “-Pa, no sabés la noticia que me dieron hoy en el club”. Para sorpresa de Marcos, el padre le comentó: “-La oferta del Real Madrid, ya lo se hijo, me llamó el presidente. Te felicito, hace rato que lo tenés merecido”. Le dio una palmada en la espalda y se fue a dormir. Marcos se imaginó un millón de veces la reacción de su padre cuando le cuente una noticia así de semejante y jamás se le ocurrió una como esa. Ninguno de los 2 pudo dormir esa noche.

Todo Kadima estaba pasado de revoluciones en la semana previa a la final. Las entradas se agotaron en menos de 2 horas, ex jugadores del club se acercaban a charlar con los jugadores, el presidente decidió poner un proyector en el microestadio para los que no pudieron conseguir una entrada puedan ver el partido via streaming, los integrantes de la comisión directiva prepararon bolsas de residuos enteras con cotillón con los colores del club. Todo era clima de fiesta. Excepto por Marcos, que no dejaba de pensar en su padre. Hacía días que estaba tirado en su cama, ni si quiera tenia ganas de ver futbol. La madre de Marcos, le decía que se enfocara en el partido que su padre se encontraba bien.

Y bien amigos, el gran día por fin llego. Domingo cálido, pero por momentos con algunas nubes que tapaban el sol y lo hacía menos sofocante, ideal para jugar a la pelota y para una final. Marcos estaba muy nervioso y preocupado. Pero mas por su padre que por el partido. Hizo la rutina de siempre previa a un partido. Desayunó cereales con leche, se peinó el pelo de afuera hacia adentro, ató primero su cordón izquierdo y antes de ingresar dio 3 saltitos cortos. Salió a la cancha y lo primero que vio fue a su madre sentada en primera fila, el asiento al lado de ella que le pertenecía a su padre estaba vacío. Marcos no estaba en condiciones de jugar un partido así. El mas importante de su vida y su padre no estaba presente. Y se ponía peor, tanto para Marcos como para Kadima. 2 minutos de partido y gol de Los Indios, pérdida de Marcos en mitad de cancha, mal parada la defensa y el delantero rival definió sólo frente al arquero. A Marcos se lo veía muy impreciso, erraba pases fáciles, perdía la pelota y dejaba mal parado siempre atrás y en ofensiva no tenia peso. Marcos la estaba pasando mal y Kadima lo sentía. Y para hacerla completa, a 2 minutos del cierre del primer tiempo, córner para Los Indios y el 2 de ellos, de cabeza puso el 2 a 0. Kadima no tuvo un tiro al arco en todo el partido y se venia un segundo tiempo que pintaba para peor. Nadie entendía que le pasaba a Marcos, el entrenador le dijo que si no se sentía bien que lo sacaba por Julián. Marcos no dijo nada y asintió con la cabeza. El equipo enmudeció y Julián saldría a jugar el segundo tiempo.

Arrancaba el complemento, cuando una voz gritó: “¿COMO LO VAS A SACAR A MARCOS, ESTAS LOCO?”. Marcos pensó que estaba delirando, pero no. ERA LA VOZ DE SU PADRE. Estaba a un costado de la cancha y le hizo un gesto a su hijo de pulgar para arriba y una sonrisa. Marcos estaba decido a comerse la cancha y le pidió a su D.T. que frenara el cambio. Cosa que decidió sin problemas ya que si había alguien en quien confiaba era en él. Julián por su parte, mas caliente que una pava hirviendo, regreso al banco.

Se reanudó el partido y la primera que agarra Marcos, amaga a dos jugadores de Los Indios y arranca por la derecha, pasa a uno, pasa a dos, pasa a tres, entra con un caño al área amaga al arquero y GOLAZO DEL 10. Se amagó a medio equipo de Los Indios y puso el 2 a 1. El grito de gol se escucho hasta 3 cuadras a la redonda del estadio. Fue pasando el tiempo. Marcos volvió a ser el de siempre y la motivación de él contagiaba a sus compañeros. A 10 minutos de terminar el partido, centro del wing derecho al borde del área, Marcos la para de pecho y como estaba de espaldas al arco, optó por la chilena, la pelota parecía que viajaba en cámara lenta y se coló en el ángulo izquierdo, OTRO GOLAZO. Segundo en su cuenta personal y a falta de 10 minutos Kadima forzaba los penales. Ahora sí, minuto 90, 3 mas de recupero, el arquero de Los Indios no paraba de hacer tiempo ya que tenía estudiado a todos los posibles pateadores de Kadima, incluso a Marcos. Minuto 93, la recupera Marcos y era la última bola. Gran pirueta para pasar a 2 y entrar al área, mano a mano con el arquero lo deja en el camino, y en un intento fallido del 1 de Los Indios por agarrar el balón, le arrastra el pie a Marcos y el arbitro no duda… PENAL PARA KADIMA A LOS 93. Marcos agarra la pelota.

Pensó 2 segundos antes de apoyar la pelota en el punto blanco. Apuntó al banco de suplentes y gritó: “-VENI QUE PATEAS VOS”. Se trataba de Julián. El estadio, sus compañeros y su entrenador mudos. Fue corriendo al banco para hacer el cambio, le entregó la cinta a Julián y antes de sentarse le dijo al oído: “-Hoy te toca a vos”. Julián entró y se hizo cargo del tiro desde los 12 pasos. Apoyó la pelota en el punto blanco.    “-Penal y se termina” exclamó el árbitro. “-Mirá que te como, mirá que te como hermano”. Los gritos del arquero para Julián poco le importaron y ni bien escuchó el silbatazo del árbitro fue corriendo. Fuerte y al medio, como se patea un penal en una final. El arquero fue a la derecha. Y no quedaba otra que escuchar al estadio en un ensordesor grito sagrado de gol. Fue corriendo a abrazar a Marcos y detrás de ellos, todos sus compañeros para tirarse encima. Kadima era campeón del regional por primera vez en su historia.

Marcos fue elegido MVP de la final, máximo goleador y jugador del torneo. Sólo quedaba levantar la copa y sacar la foto de los campeones, que quedarán para siempre en la historia de Kadima. Marcos quería encontrarse con su padre, pero no lo encontró. Lo vio sentado en un banco de la plaza que está enfrente del club y se le acercó. Obviamente no faltaron las felicitaciones y el abrazo de gol. Marcos no quería romper el momento, pero necesitaba saberlo. “¿-Qué te pasó toda esta semana?”. El padre respiró profundo y exclamó: “-Estuve en el bar de Sergio el lunes y te vi arriba del escenario. Jamás pensé que harías algo así”. Marcos empezó a titubear mientras su padre le sonrió y le volvió a decir: “-Jamás pensé que harías algo así”. Era la primera vez que veía a su padre emocionado hasta las lagrimas por algo que no sea futbol. Y por primera vez, Marcos lloro enfrente de su padre, se secaron las lagrimas y Marcos le pudo comentar de la oferta de la AJAM. “-Es una academia de representantes de jóvenes artistas, queda en Madrid”. Su padre quedo impresionado y le preguntó: “- ¿Qué decisión tomaste, hijo? Te vas a Madrid. ¿Pero para hacer qué?”. Marcos pensaba que lo tenia decidido. Pero no sabia que hacer luego de lo vivido hoy.

Luego de 2 meses, Marcos había tomado la decisión y se fue a España. Y se acercaba el día de su debut. La peleo bastante para llegar hasta ahí y quería vivirlo al máximo así que para que todo salga bien hizo su famoso ritual. desayunó cereales con leche, se peinó el pelo de afuera hacia adentro, ató primero su cordón izquierdo y antes de ingresar dio 3 saltitos cortos. Entró al vestuario y no podía cambiarse de los nervios. Pero cuando salió y vio a todo el mundo coreando su nombre, ansioso por verlo en acción, se dió cuenta que había elegido bien. Porque volvió a sentir la misma sensación que aquella noche en el bar de Sergio.



Ignacio Echenbaum

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