Dos
sueños, pero una vida
Hoy me toca a mí contarles esta historia. La historia
de Marcos Saglietti, un joven a quien la vida lo bendijo con 2 talentos. Pero
vamos de a poco. Marcos era un futbolista amateur de 17 años, que vivía con sus
padres en un barrio humilde de Moreno. Desde los 6 años jugaba en el Kadima
Futbol Club, el más popular de la zona. Marcos era un verdadero mago con la
pelota, enganche zurdo pero gran pegada con ambas piernas, gambeta, pase entre
líneas, desborde, por momentos parecía que nadie podía sacarle la pelota cuando
la tenía controlada. El, era verdaderamente lo que se conocía como un
“distinto”.
El amor de Marcos por el deporte, especialmente el
futbol, nació gracias a su padre y a sus hermanos, quienes le inculcaron la
pasión por el esférico. El padre de Marcos siempre quiso ser futbolista, pero
una lesión en las divisiones inferiores lo obligó a retirarse de manera
temprana y olvidarse para siempre de sus sueños. Los hermanos de Marcos eran
ambos futbolistas: su hermano mayor, Diego, era arquero suplente en el Farense,
de la segunda división de Portugal, mientras que su hermano del medio, Lionel,
se desempeñaba como wing derecho en el Guastatoya de la liga nacional de
Guatemala. Marcos sabía que su padre había puesto casi todas sus expectativas
en él, por eso defraudarlo era lo último que quería.
Algo que no les conté es que Marquitos (como le decían
en Kadima) era el ídolo de todo el club, amado por todos sus compañeros de
equipo, entrenadores, preparadores físicos, utileros y hasta los que atendían
el buffet. Cientos de personas se acercaban a ver los partidos de futbol de
Kadima varias veces, solo para ver a Marcos, el orgullo del club y me animaría
a decir hasta de Moreno. Y a él le encantaba dicho amor. Tenía un verdadero don
para las imitaciones y amaba hacer reír a sus compañeros. Siempre después del
entrenamiento, lloraban de la risa cuando imitaba a los técnicos o de forma
burlona, algún movimiento de sus compañeros.
Todo el mundo amaba a Marcos, excepto una persona,
Julián Pérez, eterno suplente de Marcos desde las preinfantiles. Con suerte
jugaba 5 minutos por partido y se cansó de comer banco. Julián se cansaba de
repetir que era mejor que Marcos y no entendía cómo él era el titular. Sus
compañeros, al escuchar estas tonterías (que realmente lo eran) se mataban de
la risa. Cosa que Julián, detestaba, al igual que a Marcos.
Hasta que un día, la vida de Marcos estaría a punto de
cambiar. Todo empezó en la última fecha del campeonato regional. Kadima
necesitaba de una victoria para ingresar a los playoffs. Los de Moreno se
impusieron por 3 a 0 con dos goles de Marcos (uno de ellos de tiro libre al ángulo)
y una asistencia. El club accedía por primera vez a los playoffs de la mano de
su estrella. Para celebrar el pase a instancias finales, el equipo decidió ir
al bar que quedaba a 4 cuadras. Un bar que era sagrado para el equipo y donde
todos los viernes y sábados presentaban un espectáculo de stand up. Todos
fueron, a excepción de Julián, quien prefirió quedarse en el club a practicar
tiros libres.
Una vez en el bar, a pocos minutos de que empiece el
show, el dueño tomó el micrófono y comento que lamentablemente el show quedaba
cancelado porque el anfitrión se había enfermado, la gente comenzó a ponerse
nerviosa cuando de repente salto Federico Capaldi, el 3 del equipo, al grito de
“QUE SUBA MARCOOOOOS”. Todo el equipo arengó aquel grito de guerra, Marcos no
quería saber nada, una cosa era en clima de vestuario y otra muy distinta
hacerlo en un escenario frente al público. Tuvo que convencerlo el dueño del
bar ofreciéndole una consumición gratis a todo el equipo. Marcos accedió y todo
el equipo festejo, golpeando las mesas idéntico al grito de un gol. Se lo veía
un poco nervioso al principio, así que, para romper un poco el hielo, conto un
par de chistes con voz tímida. La gente nada, a lo sumo alguna sonrisita
cómplice y por lastima. Marcos comenzó a sudar hasta que uno de su mesa grito
“IMITALO A CHARLIE” acompañado de un “siiiiiiiiiiiiiiii” de todo el equipo.
Charlie, era el conserje de Kadima, trabajaba en el club hace mas de 40 años y
se dedicaba a tareas de limpieza en el club y a criticar adolescentes, y sus modas
ridículas a comparación de su época. Sabía que la imitación de Charlie era su
as de espada, no hay persona en la faz de la tierra que no se tiente con esa
imitación. Tomó impulso, se encorvó casi por completo, puso voz de anciano y
empezó: “Estos chicos de ahora son unos delicados, antes jugábamos hasta que
nos sangraran los tobillos, ahora al mínimo rasponcito se ponen kilos de
crema”. El bar estalló de la risa. Y así fue todo el show, que duró casi hora y
media. Al finalizar, la gente se levantó de sus asientos para aplaudir a Marcos.
Se le infló el pecho por completo. Sintió una emoción que jamás antes había
sentido, ni siquiera cuando metió el penal definitivo para darle el título de
séptima división a Kadima.
La actuación de Marcos fue notable, el dueño del bar
le confesó que jamás en sus 20 años atendiendo el bar escucho semejantes risas,
ni siquiera algo parecido. Obviamente cumplió con su promesa de la cena gratis
a todo el equipo y a Marcos una pequeña gran recompensa en efectivo por
salvarle la noche. Marcos dijo que para él fue un placer y que volvería con
muchísimo gusto si es que nuevamente ocurría algún imprevisto. El dueño del bar
le agradeció una vez más, sin antes despedirlo con un abrazo interminable de
gratitud. A la mañana siguiente, el teléfono no paro de sonarle a Marcos, no
entendía absolutamente nada cuando en unos de los mensajes habían mandado un
link. Lo abrió y no podía creer lo que veía. El dueño del bar, como con todos
los shows, subió el video al canal de YouTube del establecimiento. Llevaba solo
un par de horas subido y ya contaba con mas de 100.000 visitas. Con todos
comentarios de gente que no podía parar de verlo y hasta que se descostillaba
de la risa. A Marcos se le escapó más de un lagrimón de felicidad.
Bajó corriendo de su cuarto directamente a la cocina,
a enseñárselo a sus padres. Faltando un escalón, se quedó quieto y pensó en frío
en que su padre no estaría para nada de acuerdo con esto. Diría que es una
distracción, que bajaría el nivel, que mejor se dedicara sólo al futbol. Debía
mantener esto como un secreto. Cosa que era fácil ya que su padre no era un
tipo de redes sociales. Volvía de trabajar y en su tiempo libre no hacia otra
cosa que ver fútbol y programas deportivos.
Mañana comenzaban los playoffs así que Marcos tenia
que estar metido 100% en eso. Desayunó rápido y no le dio tiempo de saludar a
su madre, que se fue corriendo al club. Una vez allí ni bien apoyó su carné en
el molinete, lo estaba esperando el conserje Charlie, con cara de pocos amigos.
Marcos no se asustó porque esa era su cara normal, se le acerco y le dijo: “vi
tu video”. Le puso una mano en su hombro y le dijo “so un fenómeno Marquito vo
so cra” y le sonrió. Primera vez que lo veía así. Y otra vez lo mismo. Esa
sensación de felicidad que jamás había sentido hasta la noche del bar.
Ni bien finalizó el entrenamiento, Marcos recibió el
llamado de un numero desconocido. Era Sergio, el dueño del bar, le agradeció
por trillonésima vez lo de anoche y le dijo que apenas pudiera viniera para el
bar que le tenía una sorpresa. Tomo sus cosas en el vestuario, se cambió a las
apuradas y fue directo al bar. Cuando llegó ahí, no podía creer lo que sus ojos
estaban viendo. Un cartel en el techo del bar con su foto y la leyenda “Marcos Saglietti
hizo su primer show de stand up en este bar”. “-Que te parece?” le preguntó
Sergio. Marcos se quedo mudo. Ese cartel lo dejo completamente en offside. Sergio
le confesó que las reservas estaban por los cielos esperando otro show. El
video de YouTube estaba rozando las 500.000 reproducciones y gente de todos
lados, no sólo de Moreno, querían presenciar su show. Marcos aceptaba con la
condición de que se mantenga en secreto. Por el tema de su padre. Sergio aceptó
y una vez estrechada su mano sobre la de Marcos para sellar el trato, publicó
en todas las redes del bar el anuncio de su segunda función. Quedaba para el
lunes, primera vez que se montaba un show en día de semana, pero Marcos lo
pidió así, ya que el domingo tenían las semifinales y quería descansar.
Ya en el domingo, Kadima recibía en su estadio a Peñarol
de Merlo. Un rival muy duro en defensa. En la fase regular, Kadima lo venció
apenas por 1 a 0 y faltando 10 minutos, (no hace falta decir con gol de quién).
Fue el equipo rival que mejor marcaba a Marcos, ya que su contención, constaba
de un marcaje personal de 1 contra 1. Marcos estaba nervioso, como en cualquier
partido definitorio, pero hizo como siempre su ritual, antes de cada partido
importante: desayunó cereales con leche, se peinó el pelo de afuera hacia
adentro, ató primero su cordón izquierdo y antes de ingresar dio 3 saltitos
cortos. Salió a la cancha y lo primero que vio fue a sus padres en primera fila
como todos los partidos. Un partido que pudo haber pasado cualquier cosa,
Kadima vencería por 2 a 1 a Peñarol, Marcos no haría goles, pero si nos
regalaría un hermoso centro a la cabeza de Mauro Tanda, que como buen 9
corpulento, cabeceó pegado al palo izquierdo para estampar el 2 a 1 final. Por
primera vez en la historia del club, la Primera accedía a la final regional. ¿El
rival? Los Indios, el otro club de Moreno, ganadores del torneo por 3 años
seguidos y eternos rivales de Kadima.
Esta vez, el festejo sería en la casa de Alan Martínez,
el arquero, pero para sorpresa de todos, esta vez no faltó sólo Julián, quien
se quedó practicando centros, tampoco fue Marcos ya que dijo que tenia que
hacer cosas en su casa, esas cosas eran preparar el show de mañana.
En la mañana del lunes, el entrenador de Kadima
decidió hacer ejercicios regenerativos, excepto Marcos, a quien le dijo que
fuera a la oficina del presidente, que quería hablar con él. Una vez en la
oficina, se encontró con él y con un tipo de traje blanco, gafas oscuras, pelo
largo, barba y acento español. “-Su nombre es Antonio Reyes”, le comento el
presidente. “-Es un cazatalentos del Real Madrid”. Antonio iba a presenciar la
final del próximo domingo y le dijo que tiene todo lo que el club blanco quiere
de un futbolista. Casi se larga a llorar. Su sueño y el de su padre, estaban a
punto de cumplirse. Marcos llegó a su casa y se puso a organizar el espectáculo,
olvidándose por completo de la oferta del Real Madrid.
Y llego la noche. Como había dicho Sergio, el bar
estaba por primera vez a tope, no cabía un alfiler, incluso gente desde afuera
espiaba por las ventanas del bar para poder disfrutar del monólogo del
comediante del gol.
Como era de esperarse, el show fue un éxito. Incluso
esta vez se animó a romper la cuarta pared, contó anécdotas de partidos, metió
chistes, incluso les pidió a los presentes que tiren situaciones para que el
representara. Obviamente que las risas no faltaron y Marcos cada vez estaba mas
convencido de que amaba esto casi tanto como amaba el fútbol. Mientras tanto,
en su casa, sus padres estaban preocupados, era tarde y todavía no había vuelto,
su padre, decidió ir a buscar unas pizzas al bar, para que cuando llegue Marcos
pueda comer. Para sorpresa del padre, el bar tenia una fila de como una cuadra,
preguntó que pasaba y uno en la fila le dijo: “-vinimos a ver al comediante del
gol, es el más gracioso del país”. “-Vaya que a la gente le gusta perder el
tiempo con esas pavadas” exclamó y se puso en la fila a esperar por su pedido,
Cuando entró a retirar las pizzas, se le cayeron al piso de lo que vió: “el
comediante del gol” era Marcos, su Marcos, no podía creerlo. Fue como ver a un
fantasma, como esos goles que te hacen sobre el final en un 0 a 0 que mereciste
ganar. Lo único que hizo fue volver para su casa y esperarlo sentado en el sillón.
Volviendo al show de Marcos, fue un éxito rotundo. Se
quedó 20 minutos finalizada la función sacándose fotos con los que se habían
acercado y ayudando a Sergio a limpiar todo el desorden que dejó tanta gente.
Cuando de repente, un tipo con sombrero, lentes bifocales, suéter verde y
corbata de plumas violetas tocó la puerta del bar. “-Perdón, pero estamos
cerrando” dijo Sergio. “-No vengo a consumir” le contestó el hombre. Se trataba
de Benito Valverde. Representante de la AJAM (Academia de Jóvenes Artistas de
Madrid). “-Este chico te anima hasta un velorio, sería un verdadero honor
tenerlo en nuestra academia y representarlo, podría hacer obras de teatro y
hasta películas”. Le dejó su tarjeta a Marcos y le dijo que no necesitaba una
respuesta ya, pero sí que lo pensara bien. Marcos le agradeció y le dijo que
cualquier cosa se comunicaba con él. Para ese momento, la única certeza de Marquitos
era que su vida tenía de destino Madrid. Sólo le faltaba definir el “para que”.
Una vez en su casa, ya eran más de las 12. Entró en
silencio para no hacer ruido. Vió a su padre sentado en el sillón con cara de
enojado. “-Se puede saber dónde estabas? ¡Es tardísimo!”. Marcos le dijo lo
primero que se le ocurrió “-En la casa de Alan, se nos pasó un poco el horario”.
El padre se refregó los ojos, respiro profundo y lo único que le salió decir
fue un “ok, pero nos tenias preocupados”. Antes de subir, Marcos le dio la gran
noticia del día a su padre (bueno, una de ellas) “-Pa, no sabés la noticia que
me dieron hoy en el club”. Para sorpresa de Marcos, el padre le comentó: “-La
oferta del Real Madrid, ya lo se hijo, me llamó el presidente. Te felicito,
hace rato que lo tenés merecido”. Le dio una palmada en la espalda y se fue a
dormir. Marcos se imaginó un millón de veces la reacción de su padre cuando le
cuente una noticia así de semejante y jamás se le ocurrió una como esa. Ninguno
de los 2 pudo dormir esa noche.
Todo Kadima estaba pasado de revoluciones en la semana
previa a la final. Las entradas se agotaron en menos de 2 horas, ex jugadores
del club se acercaban a charlar con los jugadores, el presidente decidió poner
un proyector en el microestadio para los que no pudieron conseguir una entrada
puedan ver el partido via streaming, los integrantes de la comisión directiva
prepararon bolsas de residuos enteras con cotillón con los colores del club.
Todo era clima de fiesta. Excepto por Marcos, que no dejaba de pensar en su
padre. Hacía días que estaba tirado en su cama, ni si quiera tenia ganas de ver
futbol. La madre de Marcos, le decía que se enfocara en el partido que su padre
se encontraba bien.
Y bien amigos, el gran día por fin llego. Domingo cálido,
pero por momentos con algunas nubes que tapaban el sol y lo hacía menos
sofocante, ideal para jugar a la pelota y para una final. Marcos estaba muy
nervioso y preocupado. Pero mas por su padre que por el partido. Hizo la rutina
de siempre previa a un partido. Desayunó cereales con leche, se peinó el pelo
de afuera hacia adentro, ató primero su cordón izquierdo y antes de ingresar
dio 3 saltitos cortos. Salió a la cancha y lo primero que vio fue a su madre
sentada en primera fila, el asiento al lado de ella que le pertenecía a su padre
estaba vacío. Marcos no estaba en condiciones de jugar un partido así. El mas
importante de su vida y su padre no estaba presente. Y se ponía peor, tanto
para Marcos como para Kadima. 2 minutos de partido y gol de Los Indios, pérdida
de Marcos en mitad de cancha, mal parada la defensa y el delantero rival
definió sólo frente al arquero. A Marcos se lo veía muy impreciso, erraba pases
fáciles, perdía la pelota y dejaba mal parado siempre atrás y en ofensiva no
tenia peso. Marcos la estaba pasando mal y Kadima lo sentía. Y para hacerla
completa, a 2 minutos del cierre del primer tiempo, córner para Los Indios y el
2 de ellos, de cabeza puso el 2 a 0. Kadima no tuvo un tiro al arco en todo el
partido y se venia un segundo tiempo que pintaba para peor. Nadie entendía que
le pasaba a Marcos, el entrenador le dijo que si no se sentía bien que lo
sacaba por Julián. Marcos no dijo nada y asintió con la cabeza. El equipo enmudeció
y Julián saldría a jugar el segundo tiempo.
Arrancaba el complemento, cuando una voz gritó: “¿COMO
LO VAS A SACAR A MARCOS, ESTAS LOCO?”. Marcos pensó que estaba delirando, pero
no. ERA LA VOZ DE SU PADRE. Estaba a un costado de la cancha y le hizo un gesto
a su hijo de pulgar para arriba y una sonrisa. Marcos estaba decido a comerse
la cancha y le pidió a su D.T. que frenara el cambio. Cosa que decidió sin
problemas ya que si había alguien en quien confiaba era en él. Julián por su
parte, mas caliente que una pava hirviendo, regreso al banco.
Se reanudó el partido y la primera que agarra Marcos, amaga
a dos jugadores de Los Indios y arranca por la derecha, pasa a uno, pasa a dos,
pasa a tres, entra con un caño al área amaga al arquero y GOLAZO DEL 10. Se
amagó a medio equipo de Los Indios y puso el 2 a 1. El grito de gol se escucho hasta
3 cuadras a la redonda del estadio. Fue pasando el tiempo. Marcos volvió a ser
el de siempre y la motivación de él contagiaba a sus compañeros. A 10 minutos
de terminar el partido, centro del wing derecho al borde del área, Marcos la
para de pecho y como estaba de espaldas al arco, optó por la chilena, la pelota
parecía que viajaba en cámara lenta y se coló en el ángulo izquierdo, OTRO
GOLAZO. Segundo en su cuenta personal y a falta de 10 minutos Kadima forzaba
los penales. Ahora sí, minuto 90, 3 mas de recupero, el arquero de Los Indios
no paraba de hacer tiempo ya que tenía estudiado a todos los posibles
pateadores de Kadima, incluso a Marcos. Minuto 93, la recupera Marcos y era la última
bola. Gran pirueta para pasar a 2 y entrar al área, mano a mano con el arquero lo
deja en el camino, y en un intento fallido del 1 de Los Indios por agarrar el
balón, le arrastra el pie a Marcos y el arbitro no duda… PENAL PARA KADIMA A LOS
93. Marcos agarra la pelota.
Pensó 2 segundos antes de apoyar la pelota en el punto
blanco. Apuntó al banco de suplentes y gritó: “-VENI QUE PATEAS VOS”. Se
trataba de Julián. El estadio, sus compañeros y su entrenador mudos. Fue
corriendo al banco para hacer el cambio, le entregó la cinta a Julián y antes
de sentarse le dijo al oído: “-Hoy te toca a vos”. Julián entró y se hizo cargo
del tiro desde los 12 pasos. Apoyó la pelota en el punto blanco. “-Penal y se termina” exclamó el árbitro. “-Mirá
que te como, mirá que te como hermano”. Los gritos del arquero para Julián poco
le importaron y ni bien escuchó el silbatazo del árbitro fue corriendo. Fuerte
y al medio, como se patea un penal en una final. El arquero fue a la derecha. Y
no quedaba otra que escuchar al estadio en un ensordesor grito sagrado de gol. Fue
corriendo a abrazar a Marcos y detrás de ellos, todos sus compañeros para
tirarse encima. Kadima era campeón del regional por primera vez en su historia.
Marcos fue elegido MVP de la final, máximo goleador y
jugador del torneo. Sólo quedaba levantar la copa y sacar la foto de los
campeones, que quedarán para siempre en la historia de Kadima. Marcos quería
encontrarse con su padre, pero no lo encontró. Lo vio sentado en un banco de la
plaza que está enfrente del club y se le acercó. Obviamente no faltaron las
felicitaciones y el abrazo de gol. Marcos no quería romper el momento, pero
necesitaba saberlo. “¿-Qué te pasó toda esta semana?”. El padre respiró
profundo y exclamó: “-Estuve en el bar de Sergio el lunes y te vi arriba del
escenario. Jamás pensé que harías algo así”. Marcos empezó a titubear mientras
su padre le sonrió y le volvió a decir: “-Jamás pensé que harías algo así”. Era
la primera vez que veía a su padre emocionado hasta las lagrimas por algo que
no sea futbol. Y por primera vez, Marcos lloro enfrente de su padre, se secaron
las lagrimas y Marcos le pudo comentar de la oferta de la AJAM. “-Es una
academia de representantes de jóvenes artistas, queda en Madrid”. Su padre
quedo impresionado y le preguntó: “- ¿Qué decisión tomaste, hijo? Te vas a
Madrid. ¿Pero para hacer qué?”. Marcos pensaba que lo tenia decidido. Pero no
sabia que hacer luego de lo vivido hoy.
Luego de 2 meses, Marcos había tomado la decisión y se
fue a España. Y se acercaba el día de su debut. La peleo bastante para llegar
hasta ahí y quería vivirlo al máximo así que para que todo salga bien hizo su
famoso ritual. desayunó cereales con leche, se peinó el pelo de afuera hacia
adentro, ató primero su cordón izquierdo y antes de ingresar dio 3 saltitos
cortos. Entró al vestuario y no podía cambiarse de los nervios. Pero cuando
salió y vio a todo el mundo coreando su nombre, ansioso por verlo en acción, se
dió cuenta que había elegido bien. Porque volvió a sentir la misma sensación que
aquella noche en el bar de Sergio.
Ignacio Echenbaum
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