Escribir un cuento, que
incluya: 1 objeto con un jeroglífico, 1 perro negro, 1 objeto
filoso, 1 enano, 1 reloj antiguo, 1 espejo roto y que el Narrador o Narradora
sea interno, en 1° persona.
El
cuadrado violeta
Hola a todos, mi nombre es Martin Mundana, nieto del
conocido explorador ya fallecido Roberto Mundana. Mi abuelo era mi ídolo de
pequeño además de ser el explorador mas famoso del país. Es por eso, que hoy
les vengo a contar mi aventura encontrando el jeroglífico del cuadrado violeta
un sueño pendiente que tenia mi abuelo, pero al enfermarse y morir no pudo
conseguirlo. El cuadrado violeta, es un jeroglífico ubicado en las cavernas de “cuchillo
cura” en Neuquén. La leyenda cuenta, que quien lo encuentre y sea un hombre de
buena voluntad, será recompensado por el mismo. No dude ni un segundo, me lleve
el reloj de mi abuelo que lo acompaño en cada una de sus aventuras y un
cuchillo bien filoso por si las dudas y me dirigí a Neuquén en busca de ese
cuadrado. Una vez en “cuchillo cura” me fui a la zona de las cavernas donde
para sorpresa mía, era la mas profunda de todas, no le di importancia y me sumergí
directo en mi travesía de encontrar ese cuadrado, por mi abuelo. Todo iba bien,
supere largos trayectos infectados de trampas (serpientes de cascabel que me perseguían,
arenas movedizas, etc.) pero la peor de todas fue sin dudas, cuando me tope con
kukux, el enano guardián de la caverna. Me dijo que para seguir con mi camino debía
vencerlo a el resolviendo un acertijo. Algo que jamás nadie había resulto. El
acertijo era el siguiente. “Es blanco como la sal. Fácil de abrir, pero no lo
puedes cerrar.”. era el mismo acertijo que siempre me contaba mi abuelo. Así que
sin dudarlo respondí que “el huevo”. El enano me miro asombrado y me acento con
la cabeza para dejarme pasar. Pero antes me dio algo que me dijo que me iba a
ser de mucha ayuda, un espejo roto. No entendí para que, pero lo guarde en mi
bolso junto al cuchillo. Segui caminando un par de metros mas hasta que lo conseguí,
llegué al final de la caverna, pero para sorpresa mía no había absolutamente
nada solo piedra y humedad. Estaba totalmente desganado, imagínense que todo mi
trabajo había sido en vano porque tal cuadrado violeta no existía. De repente
veo que una luz se ilumina desde mi bolso. ERA EL ESPEJO ROTO. Una vez que lo
saque, el espejo comenzaba a titilar cada vez mas fuerte hasta que las paredes
comenzaron a desmoronarse hasta que por fin apareció. El jeroglífico del
cuadrado violeta. Estaba ahí me acerque a el pero no paso nada, le tome una fotografía
y me volví para la salida cuando de repente apareció un perro negro, igualito
al de mi abuelo, parecía muy simpático y feliz de verme. Decidí llevármelo para
mi casa y ahora vive conmigo mientras estoy aquí escribiendo esto. Les puedo
asegurar, que mi perro Roberto, es de las mejores cosas que pudieron haberme
recompensado.
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